¿De dónde surge el tema de investigación?
Edificio de vivienda ubicado en la Colonia Hipódromo Condesa en proceso de demolición al presentar daños severos ante el sismo del 19 de septiembre de 2017. Marzo 2020. Créditos fotográficos: Vania Catalán.
Después del sismo de 2017 se observó un caos generalizado entre la población de la Ciudad de México, esto se adjudica (entre otros factores) a la alta vulnerabilidad tanto social como estructural observada en la ZMVM.
Derivado de los altos niveles de daño que presentaron los edificios destinados a vivienda en la Ciudad de México, y de las importantes pérdidas financieras y humanas, la Coordinación de Ingeniería Estructural del Instituto de Ingeniería de la UNAM (en adelante IIUNAM), lanzó un programa especial dirigido por el Dr. Miguel Ángel Jaimes Téllez donde participé primero realizando mi Servicio Social y posteriormente profundizando en la temática, dado el impacto que provoca la ocurrencia de un fenómeno natural como lo es el sismo en un país como el nuestro.
Unos días posteriores a la ocurrencia de los eventos sísmicos de septiembre de 2017, tuve la oportunidad de participar en algunos programas de reconstrucción de escuelas en comunidades que habían presentado daños en sus estructuras, principalmente en los estados de Oaxaca y Puebla, ocasionando un alto impacto entre sus habitantes. Daños en su patrimonio, daños en sus instituciones académicas, pérdidas humanas, desesperanza, angustia y, sobre todo, el constante miedo a que se repitieran los eventos y que continuaran empeorando las condiciones en las que en ese momento se encontraban. Este proceso fue de mucha sensibilización, al observar la poca cultura de prevención, el desconocimiento de la naturaleza de los sismos, la poca participación arquitectónica y además la importancia que tiene el actuar previo, a mitigar la vulnerabilidad; porque no es suficiente aprender a reconstruir, sino aprender a construir en un país en donde sabemos que esperamos un próximo sismo de intensidades importantes. La meta final de la arquitectura entonces debería ser: proporcionar la seguridad de que la persona que habite el espacio no perderá la vida como consecuencia de un evento que es recurrente y natural en nuestro país.
A partir de estas vivencias, me pareció inconcebible pensar que los edificios podían llegar a matar gente; me parecía una contradicción a lo que estaba estudiando. Los arquitectos diseñamos con el fin de ofrecer una mejor calidad de vida, resguardo, experiencias, sensaciones, y particularmente seguridad. Es entonces que en aquel momento observé que cuando la concepción de un proyecto se hace tangible, es decir, se construye, puede llegar a dañar la integridad de sus habitantes o incluso perder la vida por el colapso de los edificios (particularmente los destinados a vivienda). En la Ciudad de México, a pesar de que ya había transcurrido un año del evento sísmico, muchas personas seguían sin poder rehabitar su vivienda, dañando así la integridad de sus ocupantes.
Adicionalmente, me percaté de que en el gremio arquitectónico, hay poca participación en el contexto sísmico de México, y se ha avanzado poco con respecto a otros países en donde las Políticas Públicas, la conciencia social, los protocolos, la aplicabilidad rigurosa de los reglamentos de construcción van adelante. Entonces, me di cuenta de que había un campo importante de participación en donde los arquitectos deben adquirir la responsabilidad (al ser parte del sector constructivo) de formar parte activa, en beneficio de que las ciudades (en este caso particularmente la Ciudad de México).
Después de finalizar mi servicio social, profundicé en el tema a través del desarrollo de la Tesis “Factores arquitectónico-estructurales que influyeron en el daño severo de viviendas multifamiliares ante el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México” (disponible en la página de TESIUNAM).
Al concluir estas dos importantes etapas, recibí dos premios: el Premio Facultad de Arquitectura a la Excelencia del Servicio Social y la Práctica Profesional 2019 y el Premio Nacional de Servicio Social 2020. Adicionalmente, la Revista Academia XXII, publicó un artículo de investigación que trabajé en este periodo bajo el título: “¿Cómo se comportaron los multifamiliares que tenían daño previo después del sismo del 19 de septiembre de 2017?”. Así mismo, se publicaron en algunos medios de difusión arquitectónica, colaboraciones para dar a conocer a la población y al gremio, sobre este proyecto de investigación como: Arquine, la revista AMAU (Asociación Mexicana de Arquitectas y Urbanistas), el Boletín Repentina de la Facultad de Arquitectura, el blog Enpoli, entre otros. He participado en la socialización de la información a través de ponencias y mesas de diálogo entre los que destacan: la Universidad Iberoamericana Campus CDMX, Gerdau Corsa, la Facultad de Arquitectura UNAM y el CONEA (Consejo Nacional de Estudiantes de Arquitectura).
Edificio de vivienda ubicado en la Colonia Roma en proceso de demolición al presentar daños severos ante el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Créditos fotográficos: Vania Catalán.
De noviembre de 2020 a la actualidad, el tema de investigación desarrollado ha tenido seguimiento a través de la Coordinación de Ingeniería Sismológica, bajo la tutela del Dr. Eduardo Reinoso Angulo, donde se están revisando las políticas públicas actuales con el fin de emitir algunas recomendaciones al Gobierno de la Ciudad para poder implementar estrategias que deriven en la disminución de la vulnerabilidad sísmica observada para eventos sísmicos de mayor impacto para la Ciudad de México. Así mismo se está revisando el vínculo que tiene la ocurrencia de estos fenómenos naturales con la concepción de los Derechos Humanos en México para realizar una revisión de las demandas ciudadanas al gobierno y la responsabilidad que este debe (o hasta que punto no debe) adquirir respecto a la pérdida del hogar, haciendo énfasis nuevamente en la vivienda multifamiliar y las normas que la regulan.
Es de vital importancia destacar que este proyecto surge de una premisa que se observó previo a iniciar la primera parte de la investigación, la cual difundía entre la sociedad que: “si nuestro edificio de vivienda ya soportó el sismo de 1985 y/o 2017 podrá resistir otro de menor o igual magnitud”. Cabe enfatizar que hay muchos factores involucrados en la respuesta sísmica que tiene un edificio para determinado evento, los cuales se irán comentando paulatinamente en esta colaboración con FUNDARQMX.
A través de este blog de arquitectura, se dará a conocer de forma sencilla las diferentes temáticas en las que aterriza la investigación con prospectivas a que la sociedad pueda tener acceso a dicha información y este contenido se continúe socializando.
El fin último de esta transmitir esta información, es sumar estrategias para que la sociedad cada vez sea menos vulnerable ante el riesgo latente que presenta la Ciudad de México con las particularidades del tipo de suelo que favorece la enorme amplificación de las ondas sísmicas en suelo blando con respecto a suelo firme, con la finalidad de que no se pierdan más vidas como consecuencia de la ocurrencia de un sismo.
*La autora agradece al Instituto de Ingeniería en las Coordinaciones de Ingeniería Sismológica y Estructural por las facilidades brindadas para el desarrollo de esta investigación, así como a FUNDARQMX por este espacio de difusión.
Muy interesante!! La Facultad de Arquitectura de la UNAM, después del sismo de septiembre de 2017, consolidó un sitio para recibir información de daños, el cual sirvió para organizar las brigadas. Sería interesante saber dónde quedó toda esa información, qué seguimiento hubo y documentar todo ese proceso. La mala noticia es que sabemos que volverá a temblar... la buena noticia es que sabemos que volverá a temblar