Escrito por LUCA* Ilustrado por Grecia Gómez Crisóstomo** FUNDARQMX***
El vertiginoso aumento de la población urbana, así como la demanda que tiene el estudio y desarrollo de procesos constructivos innovadores para solventar necesidades humanas en grandes urbes, ha dejado de lado el estudio y rescate de lo rural. No solo hay un olvido en el estudio de los espacios habitables en el campo, sino un importante desinterés en el rescate de los sistemas constructivos tradicionales.
Por un lado, la industrialización detonó riquezas individuales. Las empresas, que eran quienes tenían capital para expandirse, crecieron y generaron una oferta y una demanda, con ello, un aumento en el consumo. En consecuencia, esta situación llevó a seguir innovando el mercado, que a partir de entonces se transformó de una manera tan rápida que se ha perdido prácticamente el control.
El campo comenzó a quedar atrás en estos procesos de industrialización; la vivienda rural era sinónimo de estanco, de no superación, de vivir en la miseria o el conformismo. El uso de materiales naturales como la madera, la piedra, el adobe, las fibras naturales y la tierra, representaban un retraso social. Provocando, con estos calificativos, un olvido de saberes empíricos en comunidades rurales. Traducido en la manufactura de viviendas del mismo modo que en la ciudad, haciendo a un lado los sistemas constructivos tradicionales, dando pie a edificaciones completamente diferentes, con materiales industrializados y a su vez caros a la hora de adquirirlos, trasladarlos y manipularlos.
Con estos nuevos materiales no solo perdieron las bondades y el manejo de los recursos naturales de su entorno, sino que además se sumó un desconocimiento del uso del clima a su favor; tanto las puertas como las ventanas se hicieron a partir de medidas estandarizadas por el mercado, al igual que las instalaciones eléctricas, sanitarias e hidráulicas.
Estos nuevos inmuebles con dimensiones establecidas necesitaban ser usados según las especificaciones técnicas, obligando al usuario a adaptarse a ellos. Aquí se perdió totalmente el análisis del entorno, de las dimensiones, ventilaciones, disposición en el terreno, orientación y techumbres adecuadas para la zona; saberes que responden a un clima, a un territorio, a una geografía, a una cultura, a un uso y una costumbre. La forma de vida en el campo se vio afectada por estos procesos.
Hoy en día hay una exhaustiva búsqueda por rescatar estos conocimientos empíricos, y reaprender procesos constructivos tradicionales, en especial a través de la escucha y el diseño colectivo. Aunque sigue siendo nulo el conocimiento de lo rural, se comienza a manifestar un interés auténtico en dar visibilidad a los saberes presentes no solo en la edificación de viviendas, sino también en la gastronomía, vestimenta, oficios, arte y la relación que se tiene con la naturaleza. Porque hablar de vivienda rural no es solamente hablar de un espacio físico que contiene y da cobijo a habitantes fuera del contexto urbano, sino que refleja la manera en como el ser humano le da sentido al mundo que lo rodea, ya sea través de la convivencia o la habitabilidad.
“Oxigenemos nuestros saberes”
En algún momento de la carrera escuché que para hacer un buen diseño hay que ir al origen, y nuestros orígenes como seres humanos han sido en la naturaleza, así que el conocimiento, la prueba, el error, el avance, la tecnología, vienen de observar nuestro entorno natural.
Con esta premisa me gustaría seguir abordando diferentes procesos un poco más específicos, de lo que ha sucedido con el campo, lo que está sucediendo y lo que puede ocurrir a través de un conocimiento más profundo del tema. Lo que he descubierto en la vivienda indígena, la vivienda vernácula, la vivienda de remesas y con la vivienda impuesta en lo rural.
¡Comencemos nuestro acercamiento con la ruralidad!
*LUCA (Lucero Bonilla Munguía), estudió Arquitectura en la UNAM, su mayor interés es la vivienda rural y ha participado en proyectos internacionales dedicados al rescate del espacio público y la vivienda social. Actualmente trabaja como escenógrafa junto a un colectivo de teatro, y desarrolla el proyecto “En Obra Negra” sumando trabajos de gestión cultural y vivienda rural en la comunidad de Plan de Guadalupe en el municipio de San Francisco Ixtacamaxtitlán, Puebla. Actualmente realiza su servicio social con FundarqMX, buscando visibilizar el rescate de los procesos constructivos tradicionales.
**Grecia Gómez Crisóstomo, actualmente realiza su servicio social en FundarqMX. Estudió la carrera en la Facultad de Arquitectura de la UNAM con línea de interés en Expresividad Arquitectónica. Entre sus intereses destaca la ilustración y el diseño de identidad, en busca de crear nuevas experiencias, que, a través de las artes visuales permitan a las personas ver y sentir una realidad diferente a su rutina.
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