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Exposición "Sombras y siluetas: la esencia de la construcción”

Escrito: Arq. Linda Escárcega M. 

Instagram: @lindaescarcegafotografia - @lindaescarcega


“Sombras y siluetas: la esencia de la construcción” es una serie fotográfica que documenta el proceso de remodelación de un edificio ubicado en la calle de Londres, en el corazón de la Zona Rosa de la Ciudad de México. A través de una mirada arquitectónica y sensible, la exposición pone el foco en los trabajadores de la construcción, revelando momentos íntimos, composiciones de luz y sombra, y escenas que dan cuenta de la poética del trabajo manual dentro del sitio de obra.


Lejos de los renders y las imágenes finales de los proyectos, esta serie explora una etapa pocas veces representada: la construcción como un acto colectivo, artesanal y profundamente humano. Las fotografías no sólo capturan la transformación física del edificio, sino también la presencia de quienes lo hacen posible.



Desde una perspectiva de más de dos décadas de experiencia en obra, la autora —arquitecta y fotógrafa— propone un acercamiento visual que dignifica y celebra la labor de los trabajadores, reconociendo su papel esencial en el proceso arquitectónico. Esta exposición invita a mirar el detrás de escena de la arquitectura, donde las estructuras aún no están completas, pero ya respiran.



Sombras y siluetas: la esencia de la construcción

Un homenaje a quienes dan vida a la arquitectura


Esta exposición fotográfica está dedicada a quienes son el alma de estas imágenes: los trabajadores que, con esfuerzo, destreza y paciencia, dan forma a un nuevo ícono arquitectónico en la Ciudad de México, en la calle de Londres 107.



Pocas personas saben que una remodelación puede implicar retos aún mayores que una construcción completamente nueva, es decir, aquella que comienza desde los cimientos, con todo por diseñar y ejecutar desde cero. En una obra nueva, si bien existen múltiples complejidades, todo parte de un terreno limpio, con condiciones relativamente controladas. En cambio, en una remodelación, especialmente en un edificio existente, cada decisión requiere ser revisada, ajustada y vuelta a revisar. Es una constante negociación entre lo que se planea y lo que el propio edificio revela: muros que esconden sorpresas, estructuras que obligan a replantear soluciones una y otra vez, instalaciones que requieren precisión quirúrgica.


En muchas ocasiones, trabajar en una remodelación es como avanzar con los ojos vendados. Nunca se sabe con certeza qué se esconde detrás de cada muro, y cada hallazgo puede cambiar por completo el rumbo del proyecto. Es un proceso que exige flexibilidad, atención al detalle y una sensibilidad especial para leer lo que el edificio permite y lo que necesita. Y cuando este tipo de transformación ocurre en un lugar tan emblemático como la Zona Rosa, las exigencias se multiplican: por su historia, su vitalidad y su peso simbólico dentro de la ciudad. La mayoría de los trabajos que se realizan en este edificio son de carácter completamente artesanal.


Cada detalle, cada material, cada acabado exige una precisión y una entrega que convierten el proceso constructivo en una forma de arte.


Después de más de veinte años trabajando en obra, he aprendido que más allá del aparente caos, existe una coreografía de esfuerzo y destreza donde cada trabajador aporta su maestría para dar vida a los espacios.


En medio del ritmo acelerado de la construcción—entre el ruido, la prisa y los retos diarios—también hay momentos de pausa, de sincronía, donde la luz, las siluetas y las sombras revelan instantes efímeros de una belleza inesperada. Esos momentos me hicieron ver que la obra no es solo un sitio de trabajo, sino un escenario vivo que merece ser captado y apreciado. 



Este proyecto fotográfico nace de esa mirada: de la necesidad de detenerme y observar lo que muchas veces pasa desapercibido. Porque la obra no es solo un sitio de trabajo: es un espacio vivo, palpitante, que merece ser contemplado y narrado. Comúnmente, las personas conocen los edificios cuando ya están terminados. Los habitan, los transitan, los hacen parte de su rutina. Pero pocas veces se detienen a imaginar lo que hubo antes: el proceso, las decisiones, las manos que hicieron posible cada muro, cada piso, cada ventana. Antes de ser habitado, un edificio ya había tenido vida. Y esa vida es la de quienes lo construyen. 



Esta exposición es, sobre todo, un homenaje. Un reconocimiento a los artesanos de la construcción, a quienes con su conocimiento, compromiso y esfuerzo hacen tangible lo que antes solo existía en papel o en ideas. Ellos son quienes convierten materiales en hogares, estructuras en espacios habitables, sueños en realidades concretas. Su trabajo merece ser visto, valorado y respetado.












Ojalá que, al recorrer estas imágenes, puedan mirar la arquitectura desde otra perspectiva. Que por un instante puedan sentirse dentro de la obra: en medio del polvo, la luz rasante y las figuras en movimiento. Que puedan apreciar la belleza en la construcción, en las sombras que se proyectan, en las siluetas de los trabajadores, en la esencia misma de un proceso que rara vez se muestra, pero que es fundamental para entender la arquitectura en su totalidad. 



 
 
 

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