La propuesta singular, para su época, de este creador fue diseñar un espacio donde la mujer ya no fuera relegada a un rincón del hogar.
El tema de la vivienda social no fue el único al que se dedicó Juan Legarreta (1902-1934) en su corta vida, sin embargo, fue ése, en donde realizó las aportaciones más significativas a una nueva realidad en un país que comenzaba a reconstruirse (finales de los años 20, principios de los 30).
No obstante, la historia oficial de la arquitectura ha despojado de todo valor a esta obra, dejando tan solo algunas viejas fotografías y unas plantas arquitectónicas con espacios mínimos “funcionales”.
Quisiera pues, con este breve escrito, mostrar algunas de las contribuciones más importantes que hizo este arquitecto al tema y que aún pueden servir en su traducción a la realidad actual.
Desde sus estudios universitarios, Juan Legarreta mostró un fuerte interés en resolver los problemas habitacionales de las clases más necesitadas. Si se toma en cuenta el contexto histórico, México salía de un movimiento armado que había dejado a la mayor parte del país destruido y con uno de los mayores movimientos migratorios registrados en su historia, hacia las ciudades del interior.
El tema de la vivienda fue una urgencia desde entonces. Ya habían surgido algunas propuestas de importancia al respecto, como la del arquitecto Carlos Tarditti en 1924 con una tipología de casa-vecindad para su tesis profesional y Juan O’Gorman en 1929 con un anteproyecto que integraba los principios funcionalistas a una habitación de doble altura conocida como taza-plato.
El centro del hogar
Pero las propuestas de Legarreta se basaron en una particularidad que las hace singulares: la mujer como corazón del hogar.
Si se analiza cada uno de sus proyectos, desde el que le sirvió como tesis profesional (un dúplex que construyó en 1931 en la colonia Ex Hipódromo de Peralvillo), hasta sus tres tipologías básicas, construidas en tres conjuntos habitacionales (Aarón Sáenz, 1933; Plutarco Elías Calles, 1934; y La Michoacana, 1936); se podrá observar en todas las plantas arquitectónicas que el área correspondiente al patio de servicio, la cocina, el comedor y el vestíbulo, conforma un solo eje o filtro entre el exterior e interior de la vivienda.
En una sociedad machista, las tareas que se desarrollan al interior de cada uno de estos espacios han sido relegadas históricamente a las mujeres. Para la década de los años 30 los derechos de la mujer eran prácticamente nulos, al grado que faltarían dos décadas más para que consiguiera al menos el derecho al voto.
Si se toma en cuenta este contexto, la propuesta de Legarreta fue crear una zona que mitigara esta situación, concentrando actividades para eliminar recorridos fatigosos, todo desde la zona con la mejor vista al exterior.
De este modo la mujer ya no se encontraría relegada en un rincón de la vivienda, sino que se conectaría con el exterior, desde donde podría ver a los vecinos y saludar, desde donde se podría dar cuenta que la vida ya no la puede tomar por sorpresa.
Fue el doctor en arquitectura Carlos González Lobo quien comenzó este análisis de las viviendas, profundizándolo en la casa Tipo 1[i], en donde describe esquemáticamente cinco cualidades de esta tipología: Modulación normalizada, Centralidad materna, Zona de intimidad, Flexibilidad espacial y su cualidad de Hábitat activo[ii].
Innova en la lotificación
Las aportaciones de Legarreta no se reducen a lo anterior. Si se analizan los conjuntos Aarón Sáenz (Balbuena) y Plutarco Elías Calles (San Jacinto)[iii], se podrán identificar otras cualidades.
Legarreta proyecta una lotificación que obedece a un eje norte-sur, para que las viviendas queden orientadas de oriente a poniente y viceversa, y así los rayos solares calienten e iluminen las viviendas todos los días del año.
La lógica planteada en cada manzana es ubicar en las esquinas de las cabeceras orientadas al norte, la vivienda Tipo 2 (de dos niveles con espacio de doble altura y de 88 metros cuadrados; en medio de ellas, dos viviendas reflejadas Tipo 3 (de dos niveles: planta baja, comercio; planta alta, vivienda 60 cuadrados por nivel).
El desarrollo de la lotificación en medio de las cabeceras norte y sur, se basa en la Tipología 1, es decir, la planta de un solo nivel (55 metros cuadrados).
Las cabeceras orientadas al sur se mantenían abiertas, con el fin de generar un área ajardinada expuesta a la vista.
Un dato interesante de las manzanas es que se diseñaron para que fueran estrictamente peatonales, mientras que el perímetro se destinó al automóvil, creando así una especie de “mini-súpermanzana”, adelantándose varios años a su tiempo.
Aún en la actualidad se puede ver esto; sin embargo, con el creciente culto al automóvil, las calles peatonales han tenido que compartir su uso con el estacionamiento de autos. A pesar de ello, muchas de estas calles no han perdido su tranquilidad por ser estrictamente locales y estar delimitadas por un cambio de nivel entre la calle peatonal y la de autos.
Sin entrar en polémica sobre si Legarreta combatió a la belleza con el funcionalismo, una cualidad plástica de estos conjuntos es el retranqueamiento de las viviendas entre sí en orientaciones diagonales.
En vez de alinear el frente de las fachadas a la calle, deja a cada vivienda con su orientación original, por lo que cada vivienda se retrae de la siguiente, generando un excelso juego de luces y sombras que en el conjunto Elías Calles es perfeccionado.
Será ahí donde la fotógrafa Esther Born logra capturar magníficamente esta escena para la edición especial que Architectural Record hizo sobre la arquitectura en México en 1937[iv].
La obra de Juan Legarreta merece ser exhumada de la historia oficial para estudiarse de nuevo. No se trata de encontrar respuesta alguna, sino más bien preguntarse ¿qué avances ha habido en el tema de la vivienda social desde los primeros conjuntos habitacionales en México? Y ya de camino ¿qué avances ha habido en el tema de los derechos de la mujer?, ¿cómo lo representa la arquitectura?
Escrito por: Israel Meneses Veléz
NOTAS:
[i] En: Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico. Apuntes parta la historia y crítica de la arquitectura mexicana del siglo XX: 1900-1980. Vol. 2. SEP-INBA, México, 1982.
[ii] En cuanto al concepto de Hábitat activo, me refiero a la experiencia cotidiana de los habitantes dentro de las viviendas, descrita en las entrevistas realizadas por el arq. Carlos González Lobo en 1979.
[iii] En cuanto al conjunto denominado como Colonia Michoacana o La Vaquita, se ha excluido de este análisis, ya que su diseño fue obra de su socio Vicente Pinedo y por lo tanto tiene grandes diferencias con los demás conjuntos.
[iv] Born, Esther, The New Architecture in Mexico, Architectural Record, New York, 1937.
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