Exposición: "Herencia y Horizonte V: Ecología política del diseño: praxis y alternativas" Ponencia de José Alfredo Ramírez Galindo
- FundarqMx
- 23 jul
- 5 Min. de lectura
Ponencia de José Alfredo Ramírez Galindo / AA Ground Lab
Escrito: Arantza Briffault
La conferencia de José Alfredo Ramírez Galindo titulada "Ecología política del diseño: praxis y alternativas" se llevó a cabo el 19 de junio de 2025 en el marco del ciclo de ponencias organizado por FundarqMX, y otras instituciones vinculadas a la reflexión crítica sobre el territorio y el diseño urbano. El evento se realizó en La Excelentísima Embajada Británica de la Ciudad de México, y formó parte de una serie de encuentros dedicados a explorar prácticas arquitectónicas comprometidas con la justicia ambiental, la sostenibilidad y la articulación entre comunidad, infraestructura y paisaje.

José Alfredo Ramírez Galindo es una figura central en la arquitectura contemporánea que entiende el diseño como una práctica política profundamente enraizada en el territorio. Desde su labor en la Architectural Association de Londres, donde dirige Ground Lab y el posgrado en Landscape Urbanism, ha desarrollado una propuesta crítica que entrelaza urbanismo, ecología, adaptación y justicia ambiental.
Su enfoque parte de una reflexión fundamental que cuestiona los cimientos del pensamiento arquitectónico tradicional; el origen de los recursos, los materiales y la mano de obra que hacen posible cualquier intervención espacial. Esta perspectiva no se queda en el nivel conceptual, sino que impulsa una práctica activa que revela los sistemas ocultos detrás de la construcción del territorio. A través de este análisis, se abren caminos para formas de intervención situadas, colaborativas y profundamente informadas, capaces de transformar el diseño en una herramienta crítica frente a las lógicas extractivas.
El trabajo de Ramírez no se limita a la denuncia de las lógicas extractivistas que moldean el paisaje urbano; propone alternativas concretas a través del uso de herramientas como el análisis cartográfico, la visualización de infraestructuras invisibles y la elaboración de índices como el Socio-Hidrológico, diseñado para contextos como la Ciudad de México y Oaxaca.

Este tipo de instrumentos descentralizados permiten a las comunidades incidir de manera directa en la toma de decisiones ambientales, proponiendo modelos de gobernanza basados Dentro del enfoque propuesto por José Alfredo Ramírez Galindo, las soluciones no parten de una búsqueda por innovaciones espectaculares, sino de la observación y fortalecimiento de prácticas ya existentes que funcionan desde hace generaciones en distintas comunidades. Las redes de captación de agua de lluvia, por ejemplo, no son tecnologías nuevas, pero sí representan una alternativa concreta, de bajo costo y gran impacto frente a los sistemas centralizados y muchas veces colapsados de distribución hídrica. En contextos como el de la Ciudad de México, donde gran parte del agua potable se pierde en fugas o se extrae a través de sistemas que agotan los mantos acuíferos, estas redes permiten recuperar, almacenar y reutilizar agua de forma local, reduciendo la dependencia de fuentes lejanas y los costos de traslado y bombeo.
La restauración de cuencas es otro eje fundamental. No se trata solamente de reforestar o “limpiar” cuerpos de agua, sino de intervenir el territorio con criterios ecosistémicos y comunitarios. Restaurar una cuenca implica comprender su geografía, su historia, sus dinámicas sociales, y trabajar para devolverle su capacidad de retener y filtrar agua, reducir erosión y generar vida. En Oaxaca, por ejemplo, se han desarrollado proyectos que combinan conocimiento técnico con saberes indígenas para regenerar suelos, detener escurrimientos agresivos y activar ciclos naturales que beneficien tanto a comunidades humanas como no humanas.
En cuanto a los procesos constructivos, Ramírez apuesta por una arquitectura que reduzca su huella ecológica desde el origen, cuestionando qué materiales se usan, cómo se producen y qué consecuencias tienen. Frente al modelo extractivo tradicional, plantea el uso de técnicas y materiales con bajas emisiones de carbono, como la tierra compactada, los sistemas híbridos de madera y adobe, o incluso materiales biológicos emergentes como las algas marinas. Estas últimas han comenzado a explorarse no solo por su bajo impacto ambiental, sino por su capacidad de capturar carbono durante su crecimiento, funcionar como aislantes naturales y ofrecer nuevas posibilidades en términos de diseño estructural y expresivo.
El interés no está solo en la sostenibilidad técnica, sino en el potencial social y simbólico de estas prácticas. Usar materiales del lugar, reactivar procesos comunitarios de construcción o recuperar formas de habitar más cercanas al clima y a la tierra, no es solo una decisión ecológica, sino también cultural y política. En esa línea, Ramírez propone que el diseño sea una plataforma que vincule ciencia, memoria y territorio. Una forma de hacer visible lo que ya existe y dotarlo de nuevas herramientas para resistir, adaptarse y proyectarse hacia el futuro.
Uno de los aspectos más potentes de su pensamiento es la insistencia en repensar la relación entre la ciudad y el campo. Frente a la ficción de lo urbano como sistema autosuficiente, Ramírez visibiliza las múltiples dependencias, hídricas, alimentarias, energéticas, que lo urbano mantiene con lo rural. Esta conexión no se da de forma abstracta, sino mediante acciones concretas: restaurar valles y acuíferos, revalorar lo que ya existe, responder a las necesidades específicas de cada comunidad. Así, la arquitectura deja de ser un gesto simbólico para convertirse en una herramienta de regeneración territorial.

La viabilidad de aplicar estas estrategias en México a través de gobiernos locales enfrenta desafíos importantes, especialmente por la inestabilidad administrativa que caracteriza muchos municipios y estados. La discontinuidad de proyectos al cambiar de administración es un obstáculo estructural que afecta no solo la implementación de herramientas como el Índice Socio-Hidrológico, sino cualquier iniciativa que requiera continuidad, formación técnica y voluntad política sostenida.Sin embargo, la clave del enfoque de Ramírez está precisamente en su carácter descentralizado y comunitario. Al construir herramientas que no dependen exclusivamente del aparato gubernamental, sino que pueden ser apropiadas por colectivos locales, redes barriales, universidades o cooperativas, se reduce la vulnerabilidad frente a los vaivenes del poder político. Lo que vuelve viables estas estrategias en el contexto mexicano es su capacidad de traspasar la lógica del sexenio o trienio y anclarse en formas de gobernanza local más horizontales, participativas y resilientes.
Para que funcionen en manos de gobiernos locales, es indispensable que se integren desde el inicio con procesos de formación ciudadana, redes de colaboración con instituciones académicas y estructuras de seguimiento comunitario. Es decir, que los gobiernos no solo impulsen estas iniciativas como políticas públicas, sino que también cedan poder y recursos para que puedan sostenerse incluso cuando cambien las autoridades. Si el diseño de estas herramientas se hace con una perspectiva de largo plazo, incluyendo procesos de documentación abierta, protocolos comunitarios y marcos legales flexibles, pueden mantenerse vivos y útiles más allá del ciclo político inmediato.
El trabajo de José Alfredo Ramírez Galindo demuestra que el diseño, cuando se vincula con el territorio y las comunidades, puede ser una herramienta real de transformación ecológica y social. Más que imponer soluciones, propone amplificar lo que ya funciona para enfrentar la crisis climática desde lo local.












Comentarios