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Lo que no está escrito: Santa Lucía Tomatlán y los vanos en la historia de Azcapotzalco

  • Foto del escritor: FundarqMx
    FundarqMx
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura

Por: Adriana Pamela García Monroy


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El 19 de septiembre de 2017, un sismo de magnitud 7.1 sacudió a la Ciudad de México, afectando a cientos de inmuebles públicos, privados y religiosos. Entre los templos dañados se encuentra la Parroquia de Santa Lucía Tomatlán, un edificio declarado monumento histórico por el INAH en 1959, cuya estructura ya presentaba deterioros previos pero que vio agravada su condición tras el movimiento telúrico.


Los daños fueron severos: las diferentes fracturas acumuladas provocaron el colapso parcial de la cubierta, cuya situación se complicó aún más por intervenciones inadecuadas de concreto realizadas en el intradós de los arcos que sostienen las campanas, lo que generó nuevas fisuras. A ello se sumó la obstrucción de la bajada de agua, que sin conexión al drenaje permitió la acumulación de humedad y aceleró la degradación de la losa. Las vigas de madera, afectadas por apolillado, torsión y humedad, mostraban un deterioro avanzado.


En respuesta a esta situación, el Congreso de la Ciudad de México aprobó un exhorto dirigido al INAH y a la Secretaría de Cultura capitalina para intervenir tres capillas en riesgo, entre ellas Santa Lucía Tomatlán. La diputada Nancy Marlene Núñez Reséndiz subrayó que este templo llevaba “más de 50 años sin contar con ninguna intervención para su mantenimiento”, motivo por el cual su recuperación debía considerarse prioritaria. También afirmó que en los pueblos y barrios originarios de Azcapotzalco “las fiestas patronales son parte fundamental de la identidad multicultural […] y las capillas y parroquias son recintos importantes para la población”, enfatizando que estas tradiciones fortalecen el sentido de pertenencia y comunidad.


Gracias a ello, en el ejercicio fiscal 2023, mediante el Programa Nacional de Reconstrucción, se atendieron los daños más urgentes en la cubierta del templo. Al iniciar la obra, lo primero fue preservar el interior, protegiendo pisos y altares, y colocando un techo provisional. Los trabajos iniciales incluyeron la intervención en cubierta, pretiles y espadaña: se nivelaron los muros laterales para colocar vigas de arrastre, se reintegraron 27 vigas de madera a una menor distancia que las originales para asegurar una mayor rigidez, todas tratadas contra humedad y plagas. 


Estas labores permiten recuperar un inmueble históricamente significativo: Santa Lucía Tomatlán es uno de los 25 barrios originarios de Azcapotzalco, asentado desde el periodo de Teotihuacan y cuyo nombre en náhuatl significa “lugar de abundancia de tomates”. La antigua capilla del siglo XVII, probablemente erigida por los dominicos, conserva una fachada de un solo cuerpo con arco de medio punto en el acceso y una espadaña con tres arcos menores, cada uno con su campana, rematada por formas mixtilíneas. En su interior permanece un retablo neoclásico de piedra del siglo XIX y diversas imágenes devocionales.


Además, este espacio es especialmente significativo durante la Semana Santa, pues forma parte de la Visita de las Siete Casas, tradición católica en la cual los fieles recorren siete templos para reflexionar sobre los momentos de la Pasión de Cristo. Santa Lucía suele ser la tercera parada del recorrido, lo que incrementa su importancia no solo religiosa, sino también cultural dentro de la comunidad.


Poner en valor este templo también abre una reflexión sobre la historia local. En la ponencia “Límites y caminos del estudio de los pueblos y barrios de Azcapotzalco”, Arellano Velázquez señaló las dificultades para acercarse a la historia de estas comunidades y recordó que, aunque existan unidades territoriales definidas por criterios administrativos, los habitantes se reconocen a sí mismos como pueblos, con fuerte arraigo, memoria e identidad.


En ese sentido, este artículo no solo busca acercar al lector a la Parroquia de Santa Lucía Tomatlán y a su proceso de restauración, sino también invitar a preguntarnos por qué existe tan poca información disponible sobre los pueblos originarios de Azcapotzalco. Conocer su patrimonio arquitectónico es apenas el primer paso; lo que sigue es construir colectivamente una historia más completa, una que nos acerque a la memoria de sus habitantes y preserve los espacios que dan forma a su identidad.


Referencias:

 

 
 
 

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