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Gentrificación en México como violencia estructural y colonización moderna, PT.3

  • Foto del escritor: FundarqMx
    FundarqMx
  • hace 4 días
  • 8 Min. de lectura

Gentrificación interna… los mexicanos también gentrificamos


Por: Arantza Briffault y Jesús Tovar


La gentrificación también es interna, los mexicanos gentrificamos a otros mexicanos…


No todo es culpa de los extranjeros. Cuando alguien se muda a un barrio popular porque es “más barato” pero empieza a exigir seguridad, mejores calles, cafeterías, y se queja de los ruidos o de los tianguis, está empujando a los habitantes originarios fuera de su propio espacio.


La gentrificación también ocurre entre nosotros, cuando la sociedad desplaza a los habitantes de zonas periféricas hacia municipios sin infraestructura; cuando se ocupan vecindades en ruinas para montar exposiciones “alternativas” sin pagar rentas justas; cuando se construyen desarrollos inmobiliarios en barrios que luego son inaccesibles para los mismos habitantes.


Cultura, consumo y pérdida del arraigo


Hay quien minimiza la crítica diciendo que los mexicanos "se enojan porque los gringos no comen chile", como si todo fuera una anécdota folklórica. Pero esto va mucho más allá de la gastronomía, la cultura se nos arrebata para vendérsela a quienes tienen poder adquisitivo. Y detrás de esa pérdida cultural hay una estructura de violencia urbana que nadie está regulando.


La pregunta no es sólo cultural. Es política, ¿por qué no se regula el precio del alquiler en relación al salario mínimo? ¿Por qué no se controla el turismo a largo plazo? ¿Por qué no hay transporte público decente en las periferias donde viven millones de personas que no tienen auto? ¿Por qué se urbaniza solo para el consumo y el privilegio?


Cómo ser buen turista o buen habitante en otro país


Ser un buen turista, o alguien que decide vivir en otro país, no debería implicar solo moverse geográficamente, sino también transformarse éticamente. Desde un enfoque antropológico, viajar no es consumir, no es extraer belleza, cultura o experiencias para tu propio archivo personal. Es entrar en territorios habitados, con historias, conflictos, desigualdades y saberes. No se trata de llegar a un lugar con la comodidad garantizada, como quien entra a un parque de diversiones, ni de encerrarse en un resort sin mirar lo que hay afuera. Conocer implica incomodarse, salir del itinerario cómodo, observar con respeto, escuchar sin exotizar, caminar con cuidado.


Antes de ir a cualquier sitio, deberíamos preguntarnos qué pasa allí: cuál es su historia, qué conflictos enfrenta, cómo viven las personas. Eso implica investigar su situación económica, social y política. Ir a un país sin saber nada de él es un gesto de arrogancia. No basta con visitar los lugares “típicos” o instagrameables; hay que convivir, hablar, escuchar y entender. Las culturas no existen para nuestro entretenimiento. No son vitrinas. Son tejidos vivos, hechos de relaciones, tensiones, heridas, resistencias.


Si decides vivir en un país que no es el tuyo, no basta con “no hacer daño”. No puedes simplemente absorber lo que el lugar te da sin devolver nada. Tienes que aportar a la economía local, no solo rentar espacios para extranjeros o consumir en cadenas internacionales. Tienes que integrarte socialmente, aprender el idioma, reconocer tu posición, involucrarte políticamente. No puedes ser una pulga que brinca de lugar en lugar absorbiendo recursos, derechos y comodidades sin generar vínculos ni responsabilidades.


Tampoco se trata de disfrazarse de local o jugar al “inmigrante humilde”. Se trata de ser honesto con tu posición de privilegio y actuar con conciencia. Hay quienes migran por violencia, pobreza, guerra o genocidio. Otros migran para vivir más cómodos en países más baratos. No son lo mismo. No se puede comparar al migrante haitiano que cruza a pie todo el continente para sobrevivir, con un europeo que gana en euros y vive como clase alta en barrios populares sin aprender español ni integrarse a la comunidad.


Viajar o migrar puede ser un acto político, o un acto profundamente egoísta. El turista o el extranjero que se desentiende de lo que pasa en el país que habita también se convierte en parte del problema. Si los costos de vida aumentan, si la vivienda se vuelve inaccesible, si se desplaza a la población local, entonces no es solo culpa del gobierno o del mercado: también es responsabilidad de quienes llegan sin querer mirar el daño que su presencia puede causar.


Ser buen visitante, buen vecino o buen habitante implica algo muy sencillo, pero radical: dejar de pensar en uno mismo como el centro del mundo. Porque el mundo no está ahí para ser recorrido, sino para ser compartido.


Arquitectura, urbanismo y pérdida del sentido del habitar


Desde una perspectiva más amplia de la arquitectura y el urbanismo, el fenómeno de la turistificación y la gentrificación también implica una pérdida del sentido profundo del habitar. La ciudad deja de concebirse como un sistema complejo de relaciones sociales, históricas y espaciales, y se convierte en un terreno de inversión que responde a lógicas transnacionales de capital inmobiliario. Uno de los efectos más devastadores es la homogeneización morfológica y programática, las viviendas, calles y espacios públicos comienzan a parecerse entre sí en distintas ciudades del mundo, siguiendo una misma estética globalizada que responde a los deseos del visitante, no a las necesidades de la comunidad.


Desde la arquitectura residencial, la vivienda se transforma en unidad de renta. Los criterios de diseño se adaptan a los algoritmos de Airbnb, buena iluminación para fotos, cocinas abiertas para “experiencias”, mobiliario genérico que imita lo local sin serlo, baños de hotel y distribución mínima para estancias breves. Esto rompe con principios básicos del diseño habitacional digno, como la adaptabilidad a largo plazo, la flexibilidad espacial, la apropiación individual y colectiva del espacio, y sobre todo, la continuidad entre lo interior y lo barrial.


En términos de movilidad, se agrava la desigualdad territorial. El desarrollo urbano asociado a la turistificación se concentra en zonas céntricas o “recuperables”, desplazando a la población trabajadora a periferias lejanas, sin conectividad adecuada, sin transporte público de calidad, y sin acceso equitativo a servicios básicos. El resultado es una ciudad fracturada, segregada y con una enorme huella ecológica, miles de personas cruzan cada día la ciudad para llegar a zonas que antes les eran propias, y ahora les son ajenas.


En la gestión del suelo, se observa una transformación acelerada del uso de suelo mixto tradicional hacia modelos de zonificación elitista y funcionalista. Barrios antes diversos con comercio barrial, talleres, escuelas, vivienda social, son absorbidos por desarrollos verticales, de lujo o de uso turístico exclusivo. Esto fragmenta el tejido urbano y rompe con la mezcla social, generando monocultivos urbanos: zonas que solo sirven para dormir turistas, zonas que solo sirven para invertir capital, zonas que ya no admiten lo popular ni lo informal.


Desde la escala territorial, la planeación urbana abandona su vocación redistributiva. No hay inversión equilibrada entre colonias, ni políticas de densificación justa, ni una visión metropolitana que integre al conjunto urbano. En cambio, se privilegia el urbanismo de escaparate, que solo actúa donde puede generar plusvalía inmediata. Esto se traduce en zonas hiperatendidas y zonas completamente marginadas: mientras una calle en la Roma tiene tres tipos de pavimento, árboles, luminarias nuevas y cámaras de seguridad, una calle en Iztapalapa carece de banquetas transitables o drenaje digno.


Incluso en el discurso arquitectónico y patrimonial, la turistificación contamina el relato: se conserva el patrimonio solo cuando es útil para el mercado turístico. Se restaura fachadas “coloniales” mientras se ignoran tipologías habitacionales históricas como los vecindades, los conjuntos habitacionales obreros, o las unidades habitacionales del siglo XX. Se borra el patrimonio cotidiano, el del trabajo, el de la vida común. El patrimonio se estetiza, se convierte en bien de consumo y se vacía de memoria.


A nivel material, esto también implica un desajuste ecológico y constructivo. La demanda turística promueve materiales importados, sistemas constructivos pensados para el confort inmediato, sin lógica climática ni coherencia con los sistemas constructivos vernáculos. Se desprecia la arquitectura bioclimática local, el adobe, la vegetación autóctona, los sistemas pasivos, y se impone el aire acondicionado, la domótica y el hormigón blanco como símbolo de “modernidad”.


Y en última instancia, lo más grave es que estas transformaciones se hacen sin participación real de la ciudadanía. Se impone una planificación tecnócrata, excluyente, vertical, que responde a desarrolladores, plataformas digitales y mercados financieros, no a las personas que habitan, sueñan y luchan por sus barrios. Se rompe así uno de los principios más fundamentales de la arquitectura y el urbanismo crítico: que toda ciudad debería construirse con y para quienes la viven.


Por eso, el problema no es solo que el Airbnb aumente las rentas. El problema es que, al permitirlo sin freno, se construye una ciudad que olvida su razón de ser: el derecho colectivo a habitar, imaginar y transformar el espacio.Una ciudad que pone el foco en el visitante y olvida al habitante. Una arquitectura que prioriza la selfie, pero niega el arraigo. Y un urbanismo que genera rentabilidad, pero no comunidad.


Si queremos una ciudad justa, necesitamos políticas urbanas que entiendan que el espacio no es neutral. Que cada decisión de diseño, de planeación, de conservación o de inversión tiene consecuencias sociales. Que la estética sin ética es violencia urbana. Que el turista es un visitante, no un eje rector. Y que la arquitectura, si quiere ser digna de ese nombre, debe volver a ser profundamente política, profundamente comunitaria y profundamente humana.


Arquitectura como detonador del cambio urbano


La arquitectura no solo transforma la imagen del barrio, también recalifica el suelo, elevando su valor y atrayendo nuevos capitales. Los principales elementos que impulsan este cambio son:


●      Rehabilitación estética de inmuebles antiguos bajo criterios contemporáneos.

●      Desarrollo de edificios verticales y procesos de densificación que atraen población con mayor poder adquisitivo.

●      Aparición de equipamientos culturales como museos, galerías y centros recreativos.

●      Introducción de estéticas importadas que sustituyen la identidad arquitectónica original del sitio.


Urbanismo como marco que facilita la gentrificación


La gentrificación surge donde el urbanismo permite la entrada de inversión y una transformación profunda del territorio. Factores que la propician:


●      Mejoras en infraestructura urbana.

●      Cambios regulatorios que flexibilizan el desarrollo inmobiliario.

●      Incrementos en COS y CUS/FAR.

●      Permisos de usos mixtos.

●      Eliminación de límites de altura y densidad.

●      Proyectos ancla que actúan como polos de atracción.


En términos urbanísticos, un barrio se gentrifica cuando se vuelve más deseable que accesible para su población original.


Transformaciones dentro del barrio


La gentrificación modifica la vida cotidiana y la forma del territorio:


●      Densificación irregular y pérdida de la morfología tradicional.

●      Sustitución del comercio local por negocios orientados al consumo aspiracional.

●      Nuevos patrones de movilidad que reorganizan el espacio público.

●      Pérdida gradual de identidad barrial, especialmente en zonas históricas.


 Debate urbano: beneficios y costos


El fenómeno genera tensiones porque combina mejoras urbanas con impactos sociales negativos.


Beneficios urbanos


●      Recuperación del espacio público.

●      Revitalización económica.

●      Rescate de patrimonio.

●      Disminución de ciertos índices delictivos.


Costos sociales


●      Desplazamiento de residentes de bajos ingresos.

●      Ruptura de redes comunitarias.

●      Homogeneización cultural o “ciudad boutique”.

●      Incremento del valor del suelo y de la vivienda.


¿Es posible revitalizar sin expulsar?


Hay estrategias para renovar sin desplazar:


●      Vivienda asequible obligatoria en nuevos desarrollos.

●      Congelamiento o regulación de rentas para familias históricas.

●      Protección del comercio tradicional mediante apoyos fiscales.

●      Zonificación progresiva y regulada.

●      Participación vinculante de la comunidad en proyectos urbanos.

●      Rehabilitación patrimonial gradual y no especulativa.


Patrones comunes de gentrificación en México


●      Restauración acelerada de colonias históricas.

●      Expansión del turismo temporal mediante plataformas como Airbnb.

●      Inversiones privadas en corredores gastronómicos.

●      Cambios de uso de suelo que responden más al mercado que al interés social.


Consideraciones éticas y responsabilidad profesional


El impacto de la gentrificación en México exige políticas públicas y prácticas profesionales socialmente sensibles. No basta con la técnica arquitectónica: se requieren enfoques éticos, comunitarios y morales.


El texto concluye con una invitación a arquitectos, colegios, cámaras y ciudadanos a asumir responsabilidad colectiva, buscar soluciones y cuestionar si se privilegiará el bien común o la ganancia económica.


Foto: Ray Perea Kuri / LUCIO
Foto: Ray Perea Kuri / LUCIO

Foto: Ray Perea Kuri / LUCIO
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Foto: Ray Perea Kuri / LUCIO
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Bibliografía:

 

●      Al Jazeera. (2022, 13 de diciembre). ‘You’re not welcome’: Mexico City residents decry Airbnb. https://www.aljazeera.com/economy/2022/12/13/youre-not-welcome-mexico-city-residents-decry-airbnb

●      El País. (2024, 3 de octubre). El Congreso de Ciudad de México aprueba limitar la renta de un Airbnb por más de seis meses al año. https://elpais.com/mexico/2024-10-03/el-congreso-de-ciudad-de-mexico-aprueba-limitar-la-renta-de-un-airbnb-por-mas-de-seis-meses-al-ano.html

●      Excélsior. (2023, 9 de agosto). Airbnb acapara 20 mil espacios; tiene crecimiento acelerado en CDMX. https://www.excelsior.com.mx/comunidad/airbnb-acapara-20-mil-espacios-tiene-crecimiento-acelerado-en-cdmx/1572486

●      VICE. (s.f.). Is Airbnb ruining Mexico City for locals? https://www.vice.com/en/article/mexico-city-airbnb/

●      Reddit. (2025). Everything we associate with gentrification is created by .... https://www.reddit.com/r/MexicoCity/comments/1lz0icd/everything_we_associate_with_gentrification_is/

 

 
 
 

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