Kengo Kuma
- FundarqMx
- 13 jun
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Escrito: Arantza Briffault
Kengo Kuma nació en Yokohama en 1954 y ha transformado la arquitectura contemporánea desde una filosofía silenciosa pero firme. Formado en la Universidad de Tokio y más tarde en la Universidad de Columbia en Nueva York, recorrió el mundo antes de regresar a Japón con una mirada crítica a la arquitectura moderna y una sensibilidad profundamente influenciada por el pensamiento japonés. Su rechazo al ruido formal de la monumentalidad lo posiciona como uno de los creadores más coherentes de nuestra época.
Desde que fundó su oficina Kengo Kuma & Associates en 1990, ha desarrollado una obra que se caracteriza no por su espectacularidad, sino por su capacidad de respirar con el entorno. Su arquitectura no busca protagonismo, se desliza, se adapta, y es entrópica con el ambiente de su cultura. Es, una arquitectura que se retira, que escucha, que no grita. Esa pensada, no responde a una estética decorativa, sino a una posición ética. Kuma entiende la arquitectura como un acto de reconciliación entre el ser humano, los materiales y el paisaje. Como dice Kengo Kuma, su objetivo es crear una arquitectura “silenciosa y gentil”, una que no sea agresiva ni se imponga al entorno, sino que se integre con sensibilidad y respeto (Obrist & Kuma, 2018).
En tiempos en los que construir significa muchas veces intervenir de manera violenta sobre el territorio, él propone una lógica inversa. Su trabajo parte del respeto por el sitio, por la memoria y por las fuerzas invisibles que atraviesan un lugar. Los materiales que elige, madera, bambú, papel, cerámica, piedra, no son gestos estéticos, sino testimonios culturales. En lugar de cubrirlos o transformarlos, los deja hablar. Y en esa conversación entre lo técnico y lo sensible, lo contemporáneo y lo ancestral, construye una arquitectura que es casi una forma de escucha.
Kengo Kuma ha construido una obra que, más que imponerse sobre el paisaje, lo escucha y lo acompaña. Esta actitud arquitectónica se manifiesta con claridad en algunas de sus obras más significativas, en las que confluyen tradición, innovación y una sensibilidad material única. La estación de tren de Yusuhara, en Japón, representa uno de los primeros momentos en los que su enfoque llamó la atención internacional. Allí, la madera local no se utiliza solo como estructura, sino como lenguaje. La forma curvada del edificio, su escala humana y su integración con el entorno rural muestran una voluntad de continuidad más que de ruptura.

A esta obra le seguirían otras intervenciones que expanden su vocabulario sin traicionar sus principios. El Museo de Arte Popular de China, en Hangzhou, construido en 2011, es un claro ejemplo de cómo la reutilización de materiales tradicionales, en este caso, ladrillos de cerámica reciclados, puede generar una textura arquitectónica cargada de sentido. La fachada respira, deja pasar la luz y crea un diálogo con la topografía circundante, reforzando la noción de que un edificio puede nacer del sitio sin dominarlo.
En pleno corazón de Tokio, el Centro Cultural y de Turismo de Asakusa desafía la densidad urbana mediante una reinterpretación vertical de la vivienda japonesa tradicional. A través de módulos apilados de madera, Kuma introduce porosidad, luz natural y ventilación cruzada en un entorno saturado. Este gesto no solo responde al contexto inmediato, sino que propone una alternativa sensata y sensible a la verticalidad impersonal de la ciudad contemporánea.

Más al norte, el Museo de Arte de la Prefectura de Nagano demuestra cómo la arquitectura puede convertirse en una prolongación del paisaje. El edificio se despliega como un paseo, donde el visitante no transita de sala en sala, sino de experiencia en experiencia. Las líneas suaves, los materiales cálidos y las conexiones visuales con el exterior hacen de esta obra un ejemplo refinado de arquitectura integrada.
Quizá la obra más mediática de Kuma sea el Estadio Nacional de Japón, sede de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Sin embargo, incluso en esta escala monumental, su enfoque permanece. En lugar de apostar por un gesto grandilocuente, el estadio se configura como un “estadio jardín”, con terrazas vegetales, estructura abierta y madera proveniente de todas las regiones de Japón. Es un homenaje tanto a la diversidad del país como a su tradición constructiva, y una muestra de cómo la arquitectura pública puede ser al mismo tiempo sobria, monumental y profundamente ecológica.
Otras obras más pequeñas, pero no menos significativas, como la teahouse en el Museo Suntory, construida con una membrana transparente y suspendida, revelan su interés constante por lo efímero, por la arquitectura que se percibe más que se muestra. También son ejemplares el GC Prostho Museum Research Center, una malla de madera ensamblada sin clavos que reinterpreta sistemas de construcción japoneses tradicionales, o el Odunpazarı Modern Museum en Turquía, que retoma la herencia de la madera otomana en un gesto contemporáneo y sutil. Todas estas obras, dispersas por el mundo, comparten una misma actitud: no decir más de lo necesario. Kuma construye sin gritar. Deja que el lugar hable primero.
Más allá de sus construcciones, Kuma es también una voz crítica y poética dentro del pensamiento arquitectónico contemporáneo. A través de libros como Anti-Object, Natural Architecture y Kyoto: My Story, desarrolla una reflexión sobre la necesidad de una arquitectura sensorial, atenta, vinculada al contexto. Rechaza la lógica de los objetos-ícono y propone una práctica que valore lo emocional, lo táctil y lo cotidiano. Para él, la arquitectura no debe gritar: debe dejarse descubrir. No se trata de mirar un edificio, sino de habitarlo con el cuerpo entero.
La arquitectura de Kengo Kuma puede leerse como una crítica sensible al exceso de ruido, velocidad y saturación material que domina la vida contemporánea. En un mundo que ha convertido el espacio en mercancía y la experiencia en espectáculo, sus edificios introducen una pausa. No buscan impresionar, sino acompañar. No dominan el lugar, lo habitan. Su lenguaje no se construye desde la imposición, sino desde la atención.
Este tipo de arquitectura es también una forma de pensar el habitar más allá de la productividad y la eficiencia. Caminar por uno de sus museos o estaciones es atravesar un umbral de desaceleración. La experiencia no está pautada ni dirigida por una narrativa espectacular, sino que se construye desde el andar, el mirar, el tocar. Se le devuelve al cuerpo un lugar en el espacio. Se le permite sentir sin tener que reaccionar. Hay lugar para la sombra, para el silencio, para la contemplación.
En sus materiales y formas se percibe una ética de lo mínimo. No como estética vacía, sino como crítica de una arquitectura que ha olvidado el silencio. Frente al brillo constante de las pantallas y la arquitectura que compite por atención, Kuma propone lo contrario: una arquitectura que se retira, que susurra, que desaparece cuando no es necesaria. Y cuando está presente, lo está como lo está un árbol o una piedra: sin exigir, sin dramatizar, simplemente estando.
En un mundo saturado de ruido visual, de construcciones que olvidan el clima, la cultura o las personas, su arquitectura ofrece un camino distinto. Uno que no impone formas, sino que escucha los ritmos del sitio. Uno que no busca deslumbrar, sino conectar. En lugar de preguntarse qué forma debería tener un edificio, Kuma se pregunta qué necesita el lugar. Y así, en cada una de sus obras, nos recuerda que la arquitectura no tiene que dominar para ser poderosa. Basta con saber estar.
Bibliografía:
Brownell, B. (2011). Material Strategies: Innovative Applications in Architecture. Princeton Architectural Press.
Georgel, P. (2020). Kengo Kuma and the spirit of place. The Architectural Review, 247(1478), 56–63.
Jodidio, P. (2015). Kuma: Complete Works 1988–Today. Taschen.
Kuma, K. (2008). Natural Architecture. Princeton Architectural Press.
Kuma, K. (2010). Anti-Object: The Dissolution and Disintegration of Architecture. Architectural Association.
Kuma, K. (2021). Kyoto: My Story. Japan Publishing Industry Foundation for Culture.
Obrist, H. U., & Kuma, K. (2018). In conversation: Kengo Kuma. Domus, (1025), 38–43.
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