Escrito por Goretti Cazarez Onofre* ilustrado por Rosario Gutiérrez** FundarqMX***
Las ciudades han sido siempre caracterizadas por crecer horizontal y verticalmente, innovar, transformarse, adaptarse y recibir, pero también se encuentran llenas de cicatrices, así como cualidades urbano-arquitectónicas y socioculturales. Estas, constantemente se contraponen, haciendo de las urbes conjuntos multisistémicos en los que, cada vez que se reconoce la existencia de algo extraordinario, cuentan con varios grados de dificultad para la atención y solución de las problemáticas y necesidades que eso nuevo representa.
Uno de los grupos que juega un papel importante en la composición de las sociedades y las ciudades es la comunidad LGBTTTIQ+ misma que, a pesar de su existencia invisibilizada, en los últimos setenta años ha adquirido un valor importante mediante la resistencia, estableciendo caminos de lucha y acción para la obtención derechos básicos, reconocimiento y justicia.
El entorno urbano ha sido el principal escenario dentro de la lucha y resistencia. Esto se puede observar desde la forma en que se usan las ciudades y sus espacios para encuentros entre la comunidad LGBTTTIQ+, pues bajo la premisa del anonimato y la clandestinidad se realizan diferentes tipos de reuniones. Incluso destaca una de las mayores expresiones de visibilidad, las Marchas del Orgullo, delimitando así tres geografías imprescindibles para el estudio de la evolución de los espacios LGBTTTIQ+: la ciudad, el barrio y el bar. (Gieseking, Jen Jack, 2016)
Sobre la ciudad, particularizando en el espacio público, hay que resaltar que no es neutral debido a que se ha construido por y para la perspectiva de hombres blancos, cisgénero y heterosexuales, donde cualquier persona que no cumpla con dichas características es la otredad. Una vez que su identidad disidente es legible se convierte en un blanco de violencia perpetrada por el grupo dominante.
Además, en el espacio público se ha visto poca representación de las diversidades sexuales e identidades de género fuera de la heteronorma dado que, al no ser “lo adecuado”, existe una represión notable. Y como se mencionaba con anterioridad, los espacios de encuentro LGBTTTIQ+ tienen la cualidad de ser ocultos e ilegítimos.
A pesar de la clandestinidad que suponen estos espacios, en algunas ciudades se han logrado generar barrios gay o gayborhoods en los que principalmente se establecen gays y lesbianas. Son lugares de protección, convivencia y comercio para la comunidad LGBTTTIQ+ donde se produce cultura, economía y espacios físicos (Castels, Manuel, 1983, citado por Gieseking, Jen Jack, 2016).
Los sitios a menor escala son los bares, lugares donde pueden confluir personas de diferentes géneros, razas y orientaciones sexuales y que, desde el siglo pasado, algunos han creado “un mundo invisible, subterráneo y clandestino, siendo puntos de condensación en una red urbana de flujos homoeróticos y artefactos de una cultura queer nómada y luminosa”. (Urbach, Henry, 1993, citado por Vallerand, Olivier, 2010).
No obstante, hay que resaltar que el problema no es que las personas heterosexuales cisgénero habiten en estos espacios, sino que se lleva a cabo una colonización heterosexual (Azzouz, Ammar & Catterall Pippa, 2021) que conlleva la nula reflexión y consciencia de porqué existen esos lugares, al igual que no se cuestionan los privilegios incluidos al formar parte del grupo heteronormado, haciéndolo problemático para personas LGBTIQ+ que tienen pocos espacios públicos seguros y libres.
Las tres geografías señaladas, al igual que otros espacios, tienen en común que son lugares codificados, es decir, hay ciertos elementos reconocibles para personas LGBTTTIQ+ que les hacen saber que es un espacio seguro para el encuentro. Estos códigos son necesarios ya que hay que recordar que forman parte de la otredad, de lo no heteronormado.
La represión de las orientaciones sexuales e identidades de género, junto con la normalización de la discriminación en el espacio público provoca una metamorfosis efímera de las personas LGBTTTIQ+, es decir, tienen que modificar su identidad y comportamientos con el fin de tener seguridad en el entorno urbano. (Baylina, Mireia & Rodó-de-Zárate, María, 2014).
Aunque esa metamorfosis se manifiesta en su gran mayoría en el espacio público, mientras que el espacio privado resulta ser más seguro y controvertido, hay que considerar que en la dicotomía “espacio privado-espacio público” no se separan los sitios. Sino que se da una prolongación espacial recíproca y dependiente, haciendo que las actividades de uno se extiendan al otro.
Entonces, ¿por qué no expandir la libertad y seguridad del espacio privado al público, basándonos en el simple y universal derecho a la ciudad?
Lo anterior es más fácil de plantear que de practicar, pues es necesario el análisis del contexto sociocultural y político, así como la aplicación de herramientas de diseño urbano-arquitectónico que generen espacios y prácticas incluyentes y seguros, tomando en cuenta la escala espacial, la tipología de los edificios, iluminación, colores, fachadas, privacidad, organicidad de los flujos y actividades y potenciales elementos de identidad y apropiación.
Creando así prácticas urbanas y espacios públicos diversos, vitales y dinámicos, que brinden autonomía, apacibilidad y libertad de expresión, donde sea posible y seguro el encuentro interseccional de identidades y realidades.
Un ejemplo de una práctica urbana efímera donde, a pesar de la ausencia de los elementos físicos necesarios, se genera un espacio público seguro y libre son las Marchas del Orgullo LGBTTTIQ+. Pues transgreden y cuestionan el espacio urbano heteronormado, llevando el ámbito privado al espacio público con fines políticos. Es la demostración de un ejercicio individual y colectivo de la autodefinición y reconocimiento de las diferentes identidades, orientaciones y expresiones.
Indudablemente hay otros espacios con mayor temporalidad o permanencia que tienen los elementos físicos e intangibles necesarios para que sean socialmente diversos y seguros, sin embargo, algunos de ellos aún se encuentran ocultos, codificados o mimetizados con el entorno urbano debido al constante temor y estado de alerta provocados por posibles agresiones. Un ejemplo de lo anterior es Castro, un barrio o distrito en San Francisco, Estados Unidos, que contiene elementos y edificios legibles para y por la comunidad LGBTTTIQ+, pero también tiene otros que parecen “convencionales” donde influyen los códigos para establecer relaciones sociales.
Aunque existan estos lugares no podemos hablar de espacios LGBTTTIQ+ sin resaltar la carencia de estos, tanto en el ámbito privado como en el público. Es necesaria la inclusión de estos sitios dentro de la historia de la arquitectura y la evolución de las ciudades, al igual que aplicar la perspectiva LGBTTTIQ+ e interseccional en el ejercicio de reflexión y reconstrucción de los espacios en la ciudad. Al usar la arquitectura como herramienta para comprender las urbes y analizar sus contextos socioculturales y políticos se puede diseñar desde la escala humana, diversa e interseccional, introduciendo nuevas teorías y prácticas arquitectónicas y urbanas que incluyan los elementos físicos necesarios para crear entornos inclusivos, acogedores, diversos y libres.
*Goretti Cazarez Onofre es arquitecta en formación por la Facultad de Arquitectura de la UNAM; entusiasta de la historia, conservación y difusión del patrimonio, interesada en la crítica arquitectónica en relación al ámbito social; apasionada por la fotografía, la música y la redacción. Actualmente realizando servicio social en FundarqMX
** Rosario Gutiérrez es estudiante de Arquitectura por la Facultad de Arquitectura UNAM, con interés en la crítica arquitectónica y Conservación del Patrimonio. Colaboradora activa en Salón Virtual de Arte y Agua Ardiente Estudio. Actualmente realizando servicio social en FundarqMX
Referencias:
-Azzouz, Ammar, & Catterall, Pippa. (2021). Queering Public Space. Queering Public Space, ARUP. Recuperado 7 de junio de 2022, de https://n9.cl/699d4
-Baylina, Mireia & Rodó-de-Zárate, Maria. (2014). Juventud y heteronormatividad en el espacio público desde una perspectiva interseccional. En Espacios públicos, género y diversidad. Geografías para unas ciudades inclusivas (1.a ed., pp. 209–230). Icaria editorial.
-Enguix, Begonya. (2000, octubre). Espacios y Disidencias: el Orgullo LGTB. Research Gate. Recuperado 7 de junio de 2022, de https://n9.cl/yo8we
-Franco, José Tomás & Gonzalez, María. (29 junio, 2020). Las ciudades deben permitir a las personas brillar. ArchDaily México. Recuperado 9 Junio 2022, de https://n9.cl/g9ngv
-Gieseking, Jen Jack. (2016, junio). LGBTQ Spaces and Places. Research Gate. Recuperado 7 de junio de 2022, de https://n9.cl/bat7j
-Horcas, Alfonso. (2021). La cuestión LGTBIQ+ en la arquitectura y el urbanismo: estado actual. [Trabajo Final de Grado, Universidad Politécnica de Madrid]. Archivo Digital UPM: https://n9.cl/tm8ev
-Vallerand, O. (2010, agosto). Homonormative architecture & queer space: the evolution of gay bars and clubs in Montréal. Research Gate. Recuperado 7 de junio de 2022, de https://n9.cl/dq6e7
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