Introducción
La segunda mitad del siglo XX fungió como escenario de los ideales políticos y sociales que surgieron como resultado de la Segunda Guerra Mundial. En México, varios artistas, incluyendo Frida Kahlo y su esposo Diego Rivera, apoyaron el movimiento comunista de la URSS y a sus integrantes (1) . Según el presidente norteamericano, Harry S. Truman, el mundo de la posguerra se enfrentó a “dos modos de vida, el mundo libre contra contra el comunismo” (2).
En 1964, Gustavo Díaz Ordaz fue elegido presidente de los Estados Unidos Mexicanos, marcando una nueva etapa en la historia del país, caracterizada por dos polaridades: un fuerte sentido de nacionalismo frente a la intervención de Estados Unidos en la política mexicana y la supresión del movimiento comunista que se esparció por Latinoamérica. Un ejemplo claro de la lucha en contra de inversionistas extranjeros fue la recesión de los contratos que había firmado PEMEX, los cuales le permitían la explotación de recursos mexicanos a empresas foráneas.
En 1968, México fue la sede de los Juegos Olímpicos y como resultado, se llevó a cabo la construcción de varias obras públicas, entre ellas la Villa Olímpica, el Palacio de los Deportes, la Alberca Olímpica, el Velódromo y el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. En 1968, México fue la sede de los Juegos Olímpicos y viendo esto como una oportunidad, Díaz Ordaz intentó proyectar ante el resto del mundo una imagen de paz y unidad, una imagen llena de falsedades e ilusiones. Mientras soltaban la paloma de la paz en el Estadio Olímpico Universitario, cientos de estudiantes fueron arrestados, golpeados y asesinados por miembros del ejército, cuyas órdenes eran controlar y suprimir el movimiento estudiantil ante el temor de los “ideales comunistas que lo acompañaban” (3).
La matanza de Tlatelolco del 2 de octubre dejó claro el mensaje del gobierno mexicano: no habrá un cuestionamiento ni una voz por parte de la población mexicana. A partir de este momento, la democracia parecía haber desaparecido y un régimen autoritario fue instaurado (4). Esto generó una ruptura social y promovió una ”pluralidad de expresiones artísticas”(5).
La segunda generación
A partir de la década de los sesentas, la arquitectura en México tomó dos postulaciones: la primera fue la libre expresión y exploración de nuevas distribuciones y volumetrías, mientras que la segunda se dedicó a replicar obras modernas de Europa. Ambos grupos formaron parte de la “segunda generación de arquitectos modernos” en México (6).
Gracias a la situación económica favorable, se pudieron llevar a cabo varios proyectos de mayor escala, los cuales intentaron resolver la falta de vivienda que surgió como resultado del crecimiento de la población urbana. De 1961 a 1972, a través de los programas gubernamentales, se logró construir 233,448 viviendas. Este suceso fue el resultado de la creación del Programa Financiero de la Vivienda (PFV) que se financió mediante la conversión de recursos del ahorro público a préstamos que permitieran la compra o la construcción de viviendas (7).
Algunos arquitectos destacados de esta segunda generación fueron Abraham Zabludovsky, Teodoro González de León y Francisco J. Serrano. Sus obras destacan por la variedad tipológica que incorporaron en los nuevos conjuntos, por la diversidad de usos y por la creación de espacios públicos o compartidos. Adicionalmente, estos proyectos, a diferencia de los conjuntos habitacionales de Pani, se extendían horizontalmente y contaban con una baja densidad (8).
En el proyecto para la Unidad Miravalle (1965), Teodoro González de León propuso cuatro tipologías distintas, cuya distribución dentro del conjunto se podía alterar dependiendo de la demanda y de las necesidades de los usuarios. En 1968, el arquitecto colaboró con Abraham Zabludovsky en las Torres de Mixcoac, que sirvieron como un antecedente al conjunto La Cantera (1992), el cual experimenta más con la sustracción del volumen y la combinación de distintos materiales (el ladrillo y el concreto). Estas torres se erigieron sobre el terreno del manicomio “La Castañeda” señalando el fin de un símbolo del pasado. El conjunto se conformó por 16 edificios donde cada uno contaba con 44 departamentos de 82 m2. El proyecto señaló la fusión entre lo funcional y lo estético, sin tener la necesidad de añadir o sobrecargarlo de ornamentos (9).
El posmodernismo
Después de 1965, los arquitectos se dividieron en dos grupos: los neomodernistas (interesados en ampliar las cualidades expresivas de la arquitectura moderna) y los posmodernistas (quienes querían dotar a la arquitectura moderna con niveles de significado). Los posmodernos pretendían imbuir a la arquitectura racional de referencias y significados que lograran generar una o más sensaciones y pensamientos que fueran más allá de las reglas compositivas anticuadas. Dos exponentes importantes a nivel internacional fueron los arquitectos norteamericanos Robert Venturi y Denise Scott Brown y el arquitecto italiano Aldo Rossi. La Guild House (1960-1965) de Robert Venturi se consideró la primera obra posmoderna (10), en la cual el arquitecto quiso incorporar elementos simbólicos de la tradición clásica de la arquitectura occidental (como la columna en el acceso).
En la Bienal de Venecia de 1980, bajo el lema La presencia del pasado, se presentaron 20 fachadas de distintos arquitectos, señalando una aceptación por el ornamento y la incorporación implícita del neoclasicismo (11). La arquitectura posmoderna también se preocupó por insertarse en distintos entornos históricos, formando parte del significado que conllevan los edificios y espacios que los conforman. Aldo Rossi planteó que la arquitectura y la ciudad son una misma, describiéndolos como hechos urbanos, los cuales son la expresión de la sociedad que habita estos espacios en el tiempo. Estos elementos permanentes forman parte de lo que Rossi denomina como la esfera pública (monumentos o instituciones) (12). La segunda esfera de la que habla Rossi es la privada, que incluye las viviendas y los barrios, los cuales no son permanentes y retienen valor dependiendo de su ubicación geográfica y urbana (13).
En México, este nuevo movimiento se vio reflejado en la Villa Olímpica (1968), obra de Agustín Hernández, Manuel González, Ramón Torres, Héctor Velázquez y Carlos Ortega. La planta en forma de “X” produjo un juego interesante en la volumetría de los edificios, lo cual no era una característica común de la arquitectura moderna precedente (14) . Otro ejemplo de las nuevas exploraciones formales son las Casas en Mexicali (1975-1976) del arquitecto inglés Christopher Alexander, que tomaron inspiración en la arquitectura popular de México. El proyecto utilizó techos abovedados y una distribución poco común, el cual generó una serie de pequeños patios interiores que se conectan con el espacio interior mediante unos pórticos y columnatas. La forma irregular y orgánica del proyecto dependió de las necesidades de los habitantes y su capital, ya que no partía de un modelo preestablecido (15).
El Infonavit
En 1972, se fundó el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (FOVISSSTE) con la intención de obtener capital para poder generar y proveer vivienda a la población mexicana. El Infonavit obtuvo sus fondos de las aportaciones del 5% del salario de cada obrero contratado para poder ofrecerles crédito de vivienda (16) . La creación de estas instituciones y sus proyectos habitacionales fungió como una herramienta política y económica, donde varios empresarios crearon empresas constructoras para obtener un beneficio monetario. Se estima que alrededor de 4 millones de viviendas fueron construidas entre 1972 y 1980 como resultado de las nuevas instituciones públicas (17).
El barrio
El movimiento estudiantil de 1968 afectó la estabilidad política y social de la cual había gozado México hasta ese momento. El “milagro mexicano” estaba llegando a su fin, en parte gracias a la destrucción de la democracia, pero también debido a la falta de fe en el movimiento moderno (18). La propia ciudad parecía perder su identidad mediante la búsqueda de una nueva arquitectura “nacional”, la cual destruía cualquier rastro del pasado, optando por utilizar un lenguaje formal “universal”.
Adicionalmente, se hizo evidente la incapacidad de resolver el problema de la vivienda y como resultado, se dejó de promover proyectos de gran escala como los conjuntos habitacionales que proyectó Mario Pani la década anterior. Los nuevos proyectos intentaban recuperar el sentido de comunidad mediante la creación de espacios compartidos en una escala y una distribución más “humana” (19). Las unidades habitacionales de esta época se concibieron como barrios, siendo “una vecindad identificable” . Los arquitectos de la segunda generación fueron quienes se encargaron de realizar estos proyectos (20).
El primer conjunto de este tipo fue la Unidad Iztacalco (1972) realizado por Imanol Ordorika, Francisco J. Serrano y José R. Nava Requesens. El proyecto se desarrolló alrededor de un lago, con la intención de ofrecer a la clase obrera un estilo de vida “de lujo”. Adicionalmente hubo una preocupación por intentar hacer el conjunto más amigable hacia el peatón, por lo que se generaron parques que también ayudaron a regular la temperatura de los edificios aledaños (21).
Cuatro años después, Legorreta Arquitectos generó el plan maestro para el conjunto El Rosario I (1976) en el cual colaboraron Augusto Álvarez, Héctor Meza y Augusto F. Álvarez. Nuevamente, el proyecto le dio mayor importancia al peatón, colocando la circulación vehicular en la periferia. Los arquitectos se aseguraron de generar espacios públicos con distintos usos para poder asegurar y promover la diversidad de usuarios e incentivar mayor interacción entre los habitantes. Como los conjuntos habitacionales de Mario Pani, los edificios cuentan con servicios adicionales, así como locales y espacios comerciales que benefician al conjunto (22).
En Guadalajara, Alejandro Zohn llevó a cabo la Unidad Habitacional Ricardo Flores Magón (1977), incluyendo como parte de la propuesta la autoconstrucción como un ejercicio de integración de los habitantes; esta decisión ayudó a reducir los costos de la obra en un 40%. Adicionalmente, el proyecto promovió una variedad tipológica de las casas, ya que se concibieron como espacios flexibles que podrían crecer para acomodar nuevas habitaciones, talleres, comercios, etc.
Similarmente a otros conjuntos, la Unidad incluía edificios y espacios compartidos como guarderías y la plaza principal. Ese mismo año, Zohn desarrolló la Unidad Habitacional CTM Atemajac y utilizó el ladrillo rojo para crear identidad y darle unidad al proyecto. El terreno cuenta con una topografía irregular, lo cual sirvió como premisa para integrar edificios de distintos tamaños y morfologías (23). Este conjunto sirvió como un ejemplo de una arquitectura que responde tanto al contexto como a los habitantes y su cultura (no como los conjuntos monótonos de los cincuenta).
Entre utopía y realidad
La caída de la democracia en México, la escasez de vivienda digna y el temblor de 1985 señalaron el fin de una etapa en la historia del país. La arquitectura dejó de ser un laboratorio de experimentación, dejó de alimentar al ego del autor. El reglamento de construcción pasó de tener 80 hojas a tener 600, con la finalidad de asegurar la integridad del edificio y del arquitecto. Los grandes desarrollos habitacionales de mediados del siglo XX como el Conjunto Urbano de Tlatelolco (1964), sufrieron daños irreparables como resultado del terremoto, causando el abandono y la demolición de muchos edificios.
Originalmente concebidos como microciudades con servicios compartidos y espacios abiertos, las unidades habitacionales pronto se convirtieron en espacios hostiles, donde los habitantes cerraron los accesos y se encontraban en un conflicto constante como resultado del uso de los espacios públicos. Adicionalmente, la escala de estos proyectos demandó un costo mantenimiento muy alto, por lo que resultó en la afectación de varios edificios y el deterioro general del conjunto (24). Las visiones de una ciudad moderna se convirtieron en los problemas urbanos y arquitectónicos que hoy en día se siguen sin poder resolver.
Una arquitectura consciente
El terremoto propició una iniciativa de reconstrucción y replanteamiento de la ciudad y su conexión con el espacio doméstico (25). Los nuevos edificios buscaban generar un vínculo con el mundo exterior, con la ciudad. Un proyecto que destaca de esta época es el edificio Brasil 75 (1992) de Enrique Norten y Bernardo Gómez-Pimienta, donde se utiliza un esquema de vecindad e incorpora el departamento “moderno”, talleres y comercios que se vinculan mediante un corredor (26). Los proyectos “nuevos” a finales del siglo XX y principios del siglo XXI incluyeron restauraciones y adaptaciones de edificios antiguos abandonados o en un estado de deterioro.
El siguiente artículo de La vivienda en México explora estas nuevas tipologías de vivienda que intentan aportar al mejoramiento del usuario y de la ciudad sin afectar o alterar la historia que le ha otorgado una identidad.
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Notas y referencias
1. Álvarez. A, Carolina. Trotsky, el breve amor de Frida Kahlo por el que acabó en la cárcel. Accesado 08/08/2021. Disponible en https://www.elindependiente.com/tendencias/2019/08/23/frida-leon-desconocido-affair/; Internet.
2. Crespo, Horacio. “El comunismo mexicano y la lucha por la paz en los inicios de la Guerra Fría”. Historia mexicana. Núm. 2, 2016.
3. Dávila C., Doralicia. Gustavo Díaz Ordaz. Accesado 08/08/2021. Disponible en https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/DOG11.html; Internet.
4. Rodríguez M., Jacinto. 1968, el origen de la tiranía invisible en México. Accesado 08/08/2021. Disponible en https://www.nytimes.com/es/2018/11/12/espanol/opinion/opinion-masacre-68.html; Internet.
5. Cruz González Franco, Lourdes. La casa en la Ciudad de México en el siglo XX - Un recorrido por sus espacios. México: UNAM, 2016, 218.
6. Canales, Fernanda. Vivienda colectiva en México, El derecho a la arquitectura. Gustavo Gili, España: 2017, 121.
7. García Peralta, Beatriz. Vivienda social en México (1940-1999): actores públicos, económicos y sociales. UNAM. CDMX: 2010, 39-40.
8. Canales, Fernanda, Op. Cit., 121.
9. Cinta, Andrea. La historia de las Torres de Mixcoac: pepita de oro de Zabludovsky, González de León y Goeritz. Accesado 10/08/2021. Disponible en https://local.mx/ciudad-de-mexico/la-historia-de-las-torres-de-mixcoac/; Internet.
10. Roth, Leland M, Op. Cit., 548.
11. Roth, Leland M, Op. Cit., 550-551.
12. Rossi, Aldo. La arquitectura de la ciudad. Traducción de Josep Maria Ferrer y Salvador Tarragó. España: Gustavo Gili, 1995, 14.
13. Rossi, Aldo, Op. Cit., 70.
14. De Miguel, Carlos. “Villa Olímpica”. Arquitectura. Núm. 116, 1968, 24-30.
15. Ruesjas, Ana Laura. “Lessons from the Mexicali Experimental Project”. The Mexicali Experimental Project: An Analysis of its Changes. Tésis de maestría, 1997.
16. Infonavit. Historia del Infonavit. Accesado 09/08/2021. Disponible en https://portalmx.infonavit.org.mx/wps/portal/infonavit.web/el-instituto/el-infonavit/acerca-de-nosotros/!ut/p/z0/04_Sj9CPykssy0xPLMnMz0vMAfIjo8zizdwNDDycTQz9LHy8TQ0CDQK83Q28DAyDPQz1C7IdFQE0QU1x/; Internet.
17. García Peralta, Beatriz, Op. Cit., 41.
18. Canales, Fernanda, Op. Cit., 135.
19. Canales González, Ana Fernanda. “La modernidad arquitectónica en México; una mirada a través del arte y los medios impresos”. Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid, 2013.
20. Londoño G., Diego. El Barrio ¿una dimensión incomprendida?. UCPR. Chile.
21. Cera, Diego. La unidad INFONAVIT Iztacalco y su enorme lago que se esfumó por una grieta del temblor. Accesado 11/08/2021. Disponible en https://local.mx/ciudad-de-mexico/cronica-ciudad/infonavit-iztacalco/; Internet.
22. Legorreta arquitectos. Conjunto Habitacional INFONAVIT El Rosario. Accesado 11/08/2021. Disponible en https://www.legorreta.mx/proyecto-conjunto-habitacional-infonavit-el-rosario; Internet.
23. Canales, Fernanda, Op. Cit., 30-31.
24. Guadalupe M. G., José y Citlali M. Reza Flores. Tlatelolco. Decadencia urbana y arquitectónica de un proyecto simbólico del modernismo. Accesado 12/08/2021. Disponible en https://editorialrestauro.com.mx/tlatelolco-decadencia-urbana-y-arquitectonica-de-un-proyecto-simbolico-del-modernismo/; Internet.
25. Canales, Fernanda, Op. Cit., 35-37.
26. Canales, Fernanda, Op. Cit., 36.
Las imágenes refieren a los autores o sitios mencionados, si por descuido se ha omitido algún crédito, no ha sido con mala intención y agradeceremos nos contacten para difundir apropiadamente este documento informativo y de difusión de la vivienda en México.
Bibliografía
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