Por Goretti Cazarez Onofre* FundarqMX**
El sábado 23 de julio de 2022, en alianza con Sherwin Williams, Gerdau Corsa y BAMA, FundarqMX realizó el recorrido por la Iglesia de San Ignacio de Loyola, impartido por el Ingeniero Francisco Escamilla Llano**. En esta actividad presencial conocimos la historia de la iglesia, hablamos sobre su reciente restauración y, por su puesto, disfrutamos de su arquitectura.
Ubicada en la colonia Polanco, en la alcaldía Miguel Hidalgo, Ciudad de México, esta obra tiene su origen en 1956, cuando fue diseñada por el despacho del arquitecto Juan Sordo Madaleno. La construcción de este inmueble de vanguardia inició en 1957 y se consolidó en 1961.
Desde su apertura y durante casi 60 años, por falta de mantenimiento adecuado, se acumularon daños en el edificio que obstaculizaban la operación de la iglesia. Entre ellos destaca la presencia de goteras, humedad, mal estado de la fachada por intemperización, vitrales carcomidos y corrosión en la manguetería metálica de éstos y en la estructura principal hecha de acero. En 2015 se encomendó al despacho INGENYAR el proyecto de restauración de la iglesia, inmueble catalogado como patrimonio arquitectónico de la nación, por lo que se dedicaron tres años a realizar trámites, obtener vistos buenos y permisos de diferentes entidades como el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) para poder intervenir el edificio.
Ya con los trámites y permisos adecuados se prepararon las instalaciones hidráulicas y eléctricas para los trabajadores de obra, así como estudios preliminares sobre la iglesia. Gracias a que la estructura del edificio se conforma por columnas y trabes de acero, se pudieron identificar ejes estructurales y niveles que facilitaron la localización de daños por tableros para registrar los daños o intervenciones a realizar. Los trabajos preliminares se realizaron en uno de estos tableros, “desvistiéndolo” capa por capa, para descubrir sus materiales originales.
Una particularidad muy relevante en la intervención de la iglesia es que la estructura principal, la cubierta inclinada y la fachada son el mismo elemento, por lo cual se necesitó atención especial al interior y por el exterior. Entonces, ¿qué equipo se usó para poder trabajar sobre la iglesia sin que esta dejara de funcionar?
Al exterior, se habilitaron hamacas de construcción adaptadas en taller para que pudieran deslizarse con ruedas por los perfiles de acero en la cubierta inclinada de 24.8 metros de altura y para los vitrales se usaron andamios verticales. También se instaló una grúa con un contrapeso enterrado de 100 toneladas, lo que permitió cargar hasta 1 tonelada a 36 metros de altura y 32 metros de distancia horizontal para trasladar material.
Mientras al interior se montó una estructura de acero que replicaba la original, pero en menor tamaño. Este esqueleto de 71 toneladas se dividió en dos pisos superiores para permitir el trabajo al interior y en las alturas, sin obstaculizar el funcionamiento y circulaciones en la iglesia, que en ningún momento detuvo sus actividades.
Con el estudio del primer tablero, mencionado anteriormente, el equipo se dio cuenta que había una merma del 50% en las piezas de talavera al removerla, por lo que se concluyó que recuperarla sería un trabajo complejo y costoso, pues presentaban desgaste en su composición debido a las casi seis décadas a la intemperie. Argumentando lo anterior frente a las dependencias gubernamentales con los permisos necesarios se “desvistió” todo el edificio, enfrentándose a la reposición de materiales para que fueran lo más similares a los empleados originalmente.
Uno de estos materiales fue el concreto, que tenía que ser ligero, de media o baja resistencia y de máxima adherencia, para ello, el equipo de trabajo realizó pruebas de laboratorio que permitieran crear una mezcla que se integrara de manera óptima con el concreto original en los tableros donde se encontraba en buen estado.
Al acero corroído se le dio un tratamiento con una técnica de limpieza de ráfaga de arena y agua (sandblasting) y se hizo una pasivación de la corrosión con ácido fosfórico. El deterioro era superficial y no había penetrado considerablemente en los perfiles de acero, por lo que no fue necesario incluir aditivos para reponer el daño de la corrosión.
Con la reposición del concreto en los tableros, al interior se aplicó un material llamado ACUSTICOTE hecho de vermiculita, un mineral ligero y poroso. Este componente se consiguió idéntico al original y se aplicó una capa llana de 1.5 centímetros y otra capa disparada de 1 centímetro para obtener la cualidad de aislante acústico.
Los vitrales, obra del arquitecto José Adolfo Wiechers, se encontraban en muy mal estado y parecían piezas opacas, por lo que se limpiaron en su sitio para después desmontarlos por secciones y quitarlos uno a uno para cambiar cañuelas e intervenir la manguetería. De este segundo sello distintivo del edificio se salvó el 92% de las piezas y el otro 8% se reemplazó con elementos idénticos a los originales.
Otra de las intervenciones que se realizaron al interior, fue el complemento de las instalaciones de iluminación para generar diferentes ambientaciones adecuadas a cada celebración o evento en la iglesia. Además, se añadió un nártex de cristal, otorgando un espacio de transición entre el atrio y el templo, que también sirve como aislante del ruido exterior. De igual forma, se les dio mantenimiento a todos los elementos de madera como las bancas y lambrines.
Los trabajos de obra iniciaron en el 2018 y duraron poco más de cuatro años, por la pandemia de COVID-19 y las restricciones sanitarias a mitad del proceso. Este trabajo fue largo, meticuloso, con muchos imprevistos y sorpresas en obra, que demandaron la mejor atención y control de calidad posibles, invirtiendo de manera responsable los recursos económicos que las personas donadoras aportaron.
Procesos como el que se ha descrito son necesarios en muchos inmuebles que actualmente requieren cuidado, atención y conciencia para ser preservados. Esta iglesia es evidencia de que con la participación e interés de las personas adecuadas y con un manejo óptimo de todo tipo de recursos, el patrimonio inmueble puede recuperar su carácter e imagen original para una lectura y uso contemporáneo.
Al hablar de esta obra, ahora restaurada, es preciso recordar la gran disposición de las personas que ejecutaron el proyecto, del arquidiócesis y de la feligresía, ya que con su apoyo y trabajo se pudo preservar parte del patrimonio del país, particularmente de una comunidad, generando un sentido de pertenencia más arraigado y conservando, en un edificio tan espectacularmente mundano, la cualidad y experiencia celestial que puede crear la arquitectura. Desde FUNDARQMX les invitamos a visitar la Iglesia de San Ignacio de Loyola para que puedan vivir su grandeza y cromática cambiante en persona.
Referencias:
-Escamilla, Francisco. (2022, 23 julio). Recorrido presencial: Iglesia de San Ignacio de Loyola [Presentación]. Iglesia de San Ignacio de Loyola, Ciudad de México, México.
-INGENYAR. (s. f.). Iglesia de San Ignacio de Loyola. Restauración. INGENYAR - Proyectos. Recuperado 31 de julio de 2022, de https://n9.cl/g7arpw
*Goretti Cazarez Onofre es arquitecta en formación por la Facultad de Arquitectura de la UNAM; entusiasta de la historia, conservación y difusión del patrimonio, interesada en la crítica arquitectónica en relación al ámbito social; apasionada por la fotografía, la música y la redacción. Actualmente realizando servicio social en FundarqMX
**Fomento Universal para la Difusión Arquitectónica de México (FundarqMX) es una organización que busca contribuir al desarrollo de una cultura de recuperación, protección y conservación del patrimonio arquitectónico, ambiental y urbano, para el desarrollo y beneficio de las ciudades.
***Francisco Escamilla Llano es Ingeniero Civil, con estudios de Arquitectura por la Universidad Iberoamericana. Desde 2005 es docente en la carrera de arquitectura de la IBERO y participa en la conservación en la zona de monumentos de San Ángel. Es fundador del despacho INGENYAR en el que ha realizado obras con especialidad en: viviendas automatizadas y blindadas, casas con material de demolición, inmuebles comerciales, centros educativos, obras de restauración, arquitectura religiosa y ejecución de proyectos ajenos junto a figuras como Fray Gabriel Chávez de la Mora, O. S. B., así como diseño tipográfico.
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